18 de diciembre de 2013

Quebrado

Y allí me encontraba, tirado en ese viejo sillón, tapado con una manta y un paquete de pañuelos a mi lado, llorando por lo que había sido días atrás el motivo de mi sonrisa. El día tampoco acompañaba, un día gris lluvioso, cualquier otro día hubiese estado ahí también, bajo la manta, pero con la pequeña diferencia de que tú estarías a mi lado, nuestras manos entrelazándose dentro del bol de palomitas y de fondo esa peli que ambos sabíamos que no acabaríamos de ver. Pero no era ese día.

Otra vez  había vuelto a pasar, yo desgañitándome por hacerte feliz, dejándome el alma para tratarte como la princesa que para mí eras, amándote hasta limites insospechados y tú... Tú pagándomelo con el primer capullo de sonrisa bonita.

Estaba destrozado , despedazado, roto, recogiendo los  miles de pedazos de mi quebrado corazón que anteriormente había sido uno. Las lagrimas bailaban por mis mejillas y en el cielo se burlaban las estrellas mirándome con el brillo de tus ojos. Tú que habías sido mi todo y ahora yo era tu nada, yo gritándole al cielo un poco de compasión, tú fundiéndote en uno con otro bajo las sabanas, yo marchito de ilusión y tú con esa dulce sonrisa en los labios.

15 de diciembre de 2013

No Mercy

La gente se agitaba en las gradas vitoreando cosas que no lograba llegar a escuchar, mientras yo me encontraba en la arena enfrentándome a unos contrincantes poco habituales en esos lugares. Era una especie de coliseo moderno de grandísimas dimensiones, un amasijo de hierros y hormigón en el que montones de extraños lo único que querían era ver la sangre salpicar.

Los contrincantes eran extraños porque me enfrentaba a mis propios miedos, la presión social, las expectativas de mis seres más cercanos hacía mí y el peor de todos, lo que quería ser el día de mañana y hasta ahora ni de cerca me había conseguido acercar. La verdad es que estaba acojonado, y mis fuerzas no parecían responder. Tenía dos soluciones mirarles a la cara y enfrentarles o huir como llevaba haciendo toda mi vida.

El sudor resbalaba por mi frente y no disponía del tiempo que me hubiese gustado poseer para elegir, o cogía al toro por los cuernos o él me cogía a mí, cuando me disponía a ello vi una cara familiar en una de las gradas y de repente note como algo punzante me atravesaba por el costado, sentí como todo se volvía borroso a mi alrededor y me desvanecía. Parece que había llegado mi hora, siempre me imagine este momento con fotogramas del pasado pasando por  mi cabeza a modo cortometraje, pero en la realidad solo sentía un gran dolor y nada más veía un enorme charco de sangre y como a mi alrededor todos se revolvían pidiendo mi cabeza.

De repente me desperté en mi cama agitado y empapado en sudor frío, el corazón me latía con tanta fuerza que podía sentirlo sin siquiera apoyar la mano en el pecho, me senté a borde de la cama y reflexione durante un par de segundos. Me vestí y no pare ni a desayunar, salí corriendo a la calle, no podía dejar que me pasará lo mismo que en el sueño, me tenía que comer el mundo.